Los millennials quieren marcas con valores, pero no es tan fácil ser una de ellas

por Administrador

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En los últimos tiempos, los valores han pasado de ser algo que tenían ciertas compañías y que por ello destacaban por ello por encima de las demás (la empresa que estaba comprometida con el medio ambiente, la marca que donaba a la educación infantil…) a convertirse en una suerte de elemento universal, algo que todo el mundo tiene que estar haciendo y sosteniendo. Los valores se han convertido en una cuestión que todo el mundo tiene que trabajar y ante la que todo el mundo tiene que posicionarse, ya que los cambios demográficos han modificado también que esperamos de las empresas y han empujado a estas a tomar partido.

La irrupción de los millennials en el mercado ha cambiado algunas cosas y ha impulsado otras, haciendo que las marcas y compañías tengan que enfrentarse a un panorama con unas exigencias diferentes en el que no solo tienen que comunicar de un modo distinto sino en el que también tienen que ser capaces de basar esa comunicación en elementos distintos.

Ahora, los consumidores esperan que las compañías tengan fines que vayan más allá¡ de su propio beneficio y que están comprometidas con cuestiones diversas. Ser neutral y mantenerse alejado de los problemas del día ha dejado de ser posible en un mundo en el que los consumidores quieren que las marcas están cada vez más presentes (a ese nivel). Y, por ello, en los Últimos tiempos las marcas y las empresas han empezado a pronunciarse sobre más y más cosas.

Uno de los mejores ejemplos para verlo fueron las elecciones estadounidenses. La victoria de Donald Trump no solo propició una avalancha de análisis y de comentarios políticos, sino que además hizo que marcas y empresas entrasen en el debate. Muchas se posicionaron sobre algunas de las bases del discurso del recién electo presidente.

Pero todo este interés creciente por los principios y los valores y el que los consumidores esperen que las marcas y las empresas se manifiesten y defiendan algo, no es un elemento que no tenga su lado oscuro. Los valores no son una cuestión a prueba de bomba y pueden crear también su larga lista de problemas. Por un lado, se podría recordar que posicionarse de forma abierta implica enfrentarse a quienes no piensan como uno, casi se haga como se haga. Por otro lado, en esta nueva exigencia de valores los consumidores son también exigentes en otra cuestión.

Quieren que la posición de la marca sea realmente sincera y son muy críticos con el doble juego.  Hay que tener muy claro como se gestionan los valores y lo que estos implican. Ser una marca con valores no es solo un artefacto de marketing, sino que implica algo más profundo. Los valores no deben verse solo en los comunicados y en los anuncios, sino que tienen que tener una presencia general en la empresa. Y, finalmente, hay que demostrar de forma tangible ese compromiso. No tienen que ser solo palabras, sino algo mucho más general y mucho más claro. Los consumidores tienen que ser capaces de encontrar esos valores y esos principios.

 

Fuente: www.puromarketing.com