Los ‘millennials’ y los ‘centennials’, dos generaciones que valen $21 billones

por Administrador

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Nadie decide el tiempo en el que nace porque nadie decide la época en la que vive. La vida llega con la obligación de vivirla. Nada más. Pero es cierto que los hoy adolescentes y jóvenes acuden al mundo bajo una rutina heladora. Desempleo, terrorismo, inestabilidad geopolítica, crisis financiera y la desigualdad como evidencia de la creciente fractura social. Por eso, al fondo, suena el desaliento.

Esos jóvenes son los protagonistas de dos generaciones próximas en el tiempo y distantes en casi todo lo demás. Los millennials (quienes hoy tienen entre 19 y 35 años) y los centennials (de cero a 18 años) representan a 4.400 millones de almas en el mundo y en 2020 sumarán la fuerza demográfica (59%) más trascendente del planeta.

Desde hace varios años, infinidad de trabajos intentan catalogarlos con la misma obsesión que un coleccionista de mariposas empala lepidópteros sobre un tablero de corcho. Bank of America Merrill Lynch ha publicado el que tal vez sea el texto más completo. Se titula New Kids On The Block. Millennials & Centennials Primer (Los nuevos chicos del barrio. El apogeo de los millennials y los centennials) y rastrea cómo estas dos generaciones entienden el consumo, las finanzas, la tecnología, la educación, la demografía; la vida.

El informe habla y no para; cuenta y no calla. Tienen unos ingresos de 21 billones de dólares, un 35% de la renta bruta mundial; el 88% de estos chicos vive en mercados emergentes, el 90% posee un smartphone y durante 2025 controlarán el 47% de los fondos del planeta. ¿Parecen ricos? Mera ilusión.
“Corren el riesgo de ser más pobres que sus padres y disfrutar de unos niveles materiales de bienestar más bajos”, sostiene Andrew Hood, investigador del Instituto de Estudios Fiscales (IFS, en sus siglas en inglés). Es la consecuencia de un elevado paro juvenil y de una débil recuperación económica.

Centennials pero también a la Generación K. Son casi sinónimos. El nombre procede de Katniss Everdeen, la tenaz heroína de la película Los juegos del hambre interpretada por Jennifer Lawrence. Como ella, estos jóvenes, sobre todo chicas, entre 13 y 20 años, sienten que viven en un mundo en permanente conflicto. Una sociedad violenta, distópica e injusta ante la que deben reaccionar.

“Vemos a esta generación como la primera que de verdad se rebela contra el sistema político y corporativo. Algo que tendrá un impacto duradero en la economía”, vaticina Dan Schawbel, director de investigación de la consultora Future Workplace. Porque persiguen un mañana muy distinto.

“¡No quieren terminar como los millennials!”, exclama Jason Dorsey, 37 años, experto en estos jóvenes y cofundador de The Center for Generational Kinetics. O sea, no quieren ser adictos al trabajo, ni vivir endeudados ni llegar tarde a los hijos.

“Ni tampoco asumir que no existe un trabajo ni una familia ni unos conocimientos para toda la vida y que están obligados a reinventarse constantemente”, desgrana Tíscar Lara, directora de Comunicación de la EOI. No quieren, como los millennials japoneses, pensar que tendrán que trabajar toda su existencia. Al contrario, imaginan otras vidas.

Estos adolescentes se declaran “ciudadanos del mundo” y será la generación más tolerante que han visto los tiempos si hablamos de orientación sexual o religiosa. “El género no significa lo mismo que antes. Estos chicos pertenecen a la era de Caitlin Jenner [un icono transgénero]. Y tienen una mente más abierta”, razona Barbara Kahn, directora del Jay H. Baker Retailing Center, de Wharton.

Pero con esos valores no escaparán de las nubes negras. “Para estos adolescentes el mundo es menos un paraíso y más una pesadilla hobbesiana”, destaca en el Financial Times la economista británica Noreena Hertz, responsable de acuñar el concepto Generación K.

Porque tienen esperanzas, pero también miedo y ansiedad. En Estados Unidos, el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) ha descubierto que el 17% de los chicos que están en la escuela secundaria ha considerado seriamente en suicidarse.

En este planeta abierto las 24 horas del día se iguala la vida y la vanguardia. A esta generación —cuenta Bank of America Merrill Lynch— se le ha llamado “millennials con esteroides” por su relación con la tecnología. Tan importante es para ellos que el 53% de los chicos de entre 16 y 22 años —según una encuesta de la firma de publicidad McCann— preferiría perder su sentido del olfato antes que su acceso al ordenador o su teléfono inteligente.

“Porque han nacido con un smartphone en las manos, las redes sociales son una forma de vida, se comunican al instante a través de mensajes y emoticonos y no recuerdan que una vez el mundo vivió desconectado”, narra el banco estadounidense.

Pese al olvido, se espera mucho de estos adolescentes.